San Ignacio y los ejercicios espirituales

Los ejercicios espirituales de San Ignacio están íntimanente relacionados con las experiencias que tuvo San Ignacio en los primeros años de su conversión. Por eso, primero te cuento algo de la vida de Ignacio y después algo más de los ejercicios.
Mi nombre es Francisco, estoy casado y tengo tres hijos.
Si querés hacerme una pregunta o algún comentario mi mail es:

panchoenlared@yahoo.com.ar

Ignacio, un valeroso caballero ... del mundo

Ignacio, un valeroso caballero ... del mundo

Ignacio nació el 1491 en el Castillo de Loyola al norte de España. Su padre Beltrán de Loyola, y su madre, Marina Sáenz, pertenecían a familias muy distinguidas.
Tuvieron once hijos: ocho hombres y tres mujeres. El más pequeño de todos fue Ignacio, y fue bautizado con el nombre de Iñigo. A Iñigo le gustaba la vida caballeresca y aventurera de sus hermanos mayores.

Inició la carrera militar, pero en 1521, a la edad de 30 años, siendo ya capitán, fue gravemente herido. Una bala de cañón le rompió la pierna mientras defendía el Castillo de Pamplona contra los franceses. Los franceses lo enviaron a su Castillo de Loyola a que fuera tratado de su herida. Le hicieron tres operaciones de rodilla muy dolorosas y sin anestesia.

Ignacio a la cama


Durante las largas semanas de su recuperación, Ignacio se aburría y pidió que le llevaran novelas de caballerías para pasar el rato. Como no había historias de caballerías en el castillo de Loyola, empezó a leer la vida de Cristo y un libro de santos que era lo único que había.


Recordaba sus antiguos sueños

Cuando dejaba de leer, algunas veces se ponía a pensar en lo que había leído, pero otras veces recordaba sus antiguos sueños... así estaba dos, tres, cuatro horas ... imaginaba todo lo que haría por una mujer de la alta nobleza, lo que le diría, como le demostraría su valor con las armas ... pero cuando dejaba estos pensamientos se sentía descontento y vacío.

Pero cuando pensaba en lo que había leído

Leyendo la vida de Nuestro señor y de los santos, se detenía a pensar y se preguntaba:
¿qué sería, si yo hiciese esto que hizo San Francisco, y esto que hizo Santo Domingo?

El primer discernimiento

De estos pensamientos y sentimientos Ignacio se dio cuenta la gran diferencia que había entre ellos.
De unos pensamientos quedaba triste.
De otros alegre.
Y entonces percibe cuales son los espiritus que lo agitan:
Uno es el demonio.
El otro es Dios.
A partir de esta lección empeza a favorecer la acción del buen espíritu:
Leer los buenos libros.
Piensa en la necesidad de hacer penitencia.
Ir a Jerusalen.
Imitar a los santos.

Se le aparece la virgen con el niño

Se le aparece la virgen con el niño
Estando una noche despierto vio la imagen de la Virgen con el Niño, recibió una fuerte consolación, sintió mucho asco de toda su vida pasada y se le fueron todos los gustos anteriores.
Continúa favoreciendo la acción del buen espíritu (Dios) :
Escribe lo que más le gusto de lo que leyó.
Ora.
Mira el cielo, las estrellas.

Con muchos deseos de servir a Dios

Una vez curado parte de Loyola con sus nuevos propósitos. Empieza a poner por escrito las cosas espírituales que le pasaban para darse cuenta como lo trataba Dios.
A pesar de que tenía grandes deseos de servir a Dios, hacer grandes penitencias como los santos ... y aun mas. Todas eran obras exteriores. No sabía que era humildad, ni caridad, ni paciencia, ni discreción para medir estas virtudes.

Caballero de Cristo

Vela de armas

Vida de penitente en Manresa

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Vienen los escrupulos

Vienen los escrupulos

Grandes iluminaciones

Grandes iluminaciones

¿Y los ejercicios espirituales?

¿Y los ejercicios espirituales?

Toda la riqueza de los E. E. de San Ignacio... ¡para nosotros los jóvenes!

Toda la riqueza de los E. E. de San Ignacio... ¡para nosotros los jóvenes!
La Madonna della scrivania. Antes de escribir Ignacio miraba esta imagen.

Tomad Señor y recibid

Tomad Señor y recibid

toda mi libertad,

mi memoria, mi entendimiento

y toda mi voluntad;

todo mi haber y mi poseer.

Vos me lo disteis,

a vos, Señor lo torno;

todo es vuestro,

disponed a toda vuestra voluntad.

Dadme vuestro amor y gracia,

que ésta me basta.

Alma de Cristo

Alma de Cristo, santifícame.

Cuerpo de Cristo, sálvame.

Sangre de Cristo, embriágame.

Agua del costado de Cristo, lávame.

Pasión de Cristo, confórtame.

¡Oh, buen Jesús!, óyeme.

Dentro de tus llagas, escóndeme.

No permitas que me aparte de Ti.

Del maligno enemigo, defiéndeme.

En la hora de mi muerte, llámame.

Y mándame ir a Ti.

Para que con tus santos te alabe.

Por los siglos de los siglos. Amén.

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