San Ignacio y los ejercicios espirituales
Los ejercicios espirituales de San Ignacio están íntimanente relacionados con las experiencias que tuvo San Ignacio en los primeros años de su conversión. Por eso, primero te cuento algo de la vida de Ignacio y después algo más de los ejercicios.
Mi nombre es Francisco, estoy casado y tengo tres hijos.
Si querés hacerme una pregunta o algún comentario mi mail es:
Ignacio, un valeroso caballero ... del mundo
Ignacio nació el 1491 en el Castillo de Loyola al norte de España. Su padre Beltrán de Loyola, y su madre, Marina Sáenz, pertenecían a familias muy distinguidas.
Tuvieron once hijos: ocho hombres y tres mujeres. El más pequeño de todos fue Ignacio, y fue bautizado con el nombre de Iñigo. A Iñigo le gustaba la vida caballeresca y aventurera de sus hermanos mayores.
Inició la carrera militar, pero en
Ignacio a la cama
Recordaba sus antiguos sueños
Pero cuando pensaba en lo que había leído
¿qué sería, si yo hiciese esto que hizo San Francisco, y esto que hizo Santo Domingo?
El primer discernimiento
De unos pensamientos quedaba triste.
De otros alegre.
Y entonces percibe cuales son los espiritus que lo agitan:
Uno es el demonio.
El otro es Dios.
A partir de esta lección empeza a favorecer la acción del buen espíritu:
Leer los buenos libros.
Piensa en la necesidad de hacer penitencia.
Ir a Jerusalen.
Imitar a los santos.
Se le aparece la virgen con el niño
Continúa favoreciendo la acción del buen espíritu (Dios) :
Escribe lo que más le gusto de lo que leyó.
Ora.
Mira el cielo, las estrellas.
Con muchos deseos de servir a Dios
A pesar de que tenía grandes deseos de servir a Dios, hacer grandes penitencias como los santos ... y aun mas. Todas eran obras exteriores. No sabía que era humildad, ni caridad, ni paciencia, ni discreción para medir estas virtudes.
Caballero de Cristo
Vida de penitente en Manresa
Vienen los escrupulos
Grandes iluminaciones
¿Y los ejercicios espirituales?
Toda la riqueza de los E. E. de San Ignacio... ¡para nosotros los jóvenes!
Tomad Señor y recibid
Tomad Señor y recibid
toda mi libertad,
mi memoria, mi entendimiento
y toda mi voluntad;
todo mi haber y mi poseer.
Vos me lo disteis,
a vos, Señor lo torno;
todo es vuestro,
disponed a toda vuestra voluntad.
Dadme vuestro amor y gracia,
que ésta me basta.
Alma de Cristo
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos. Amén.